lunes, diciembre 28, 2009

LA JUSTICIA INJUSTA DEL DEPARTAMENTO DE TRANSITO

Muchas veces, comodamente sentada en mi balcón, veía o escuchaba relatos sobre accidentes de tránsito sufridos por las personas. Así una amiga me relató como estando su auto bien estacionado de pronto le chocó un iracundo de ésos que abundan y lo arrastró unos metros. Según me cuenta, Tránsito lo exoneró porque “sus frenos estaban mal” y a ella la multaron por dejar su auto estacionado. Eso lo creería si es que el auto estaba en un lugar prohibido o mal estacionado, pero no era así. Otros amigos relataron varios casos casi idénticos, parecían salidos de una fantasía, no creíble, hasta que lo sufrí en carne propia.
Faltando una semana para las elecciones, un domingo, mis padres, mi hija y yo íbamos en su auto hacia un restaurante para almorzar. Mi madre es persona mayor, pero es admirable como conduce, como observa en forma estricta los reglamentos de tránsito y como toda persona mayor no le gusta correr, así que íbamos a velocidad normal, cuando de pronto, ví que una movilidad se nos echaba encima, sobre el lado izquierdo, fue aterrador, ya que sentí el golpe que nos envió contra la acera y de pronto rebotamos, como si estuviéramos dentro de una pelota de goma, y fuimos catapultados hacia la acera del frente, donde nos estrellamos contra otro auto que estaba estacionado. Todo fue en unos segundos. Miré atrás y ví que el minibus que nos había embestido, escapaba, salí del auto y grité a las personas que nos ayuden, que eviten que se escape, entonces ví que algunos muchachos ya estaban corriendo y los detuvieron. Luego todo fue una pesadilla, el chofer y la gente que lo acompañaba empezaron a insultarnos, incluso una mujer lo pegó a mi padre, que es una persona muy mayor, no respetó sus canas. Habían testigos, dos guardias de seguridad que vieron todo y dijeron estar dispuestos a atestiguar. La movilidad de mis padres estaba tan chocada del lado izquierdo que parecía que se iba a doblar. La movilidad del infractor solo tenía una abolladura en su farol izquierdo y su parachoques.
Lo grave fué la pesadilla que pasamos durante estas tres semanas. Era increíble como aducían que nosotros habíamos chocado contra su movilidad. ¡Ja! Ni que el auto pudiera caminar de lado. Se hicieron tres reconstrucciones, no con las movilidades afectadas, sino con otras y “calculando” como se había producido el hecho. Pese a nuestro pedido no se remitieron a realizar con las movilidades damnificadas, ahí se hubiera demostrado que el minibús nos embistió directamente, no frenó. Luego de muchas idas y venidas, Tránsito “sabiamente” sentenció: 65% al dueño del minibús y 35% a nosotros. Ahí me dí cuenta que todo lo que relataban sobre la forma de administrar justicia en el Departamento de Tránsito era verdad ¡No era un mito urbano! En su salomónico pensar y actuar para estos señores las víctimas siempre tienen la culpa por haber salido, o dejado sus autos. En una palabra, somos culpables de que otros nos agredan.

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